Nunca me gustó mucho la lluvia, definitivamente. De chiquita me ponía muy pero muy mal. Esté en mi casa, en el cole o donde sea.
Con el tiempo fui aprendiendo, más bien experimentando, que, los días de lluvia si estás en tu casa, abrazada a tu chico, recibiendo mimos… son lo más. Ni hablar si hay una peli o miles capítulos de alguna serie, algo rico para comer, etc
Pero igual la fobia no se me fue del todo.
Si no estoy en casa, o si estoy sola, la lluvia me pone muy mal.
No sé por qué. O si? Pero siento que la ciudad va a quedar dividida en dos, o que algo va a pasar no se… Cuando rendí mi último final había diluviado y me fui como 4 horas antes a la facu, por miedo a no llegar nunca. Tampoco los medios ayudan, las imágenes de Juan B. Justo eran terribles!!!
Mi papá me contó mil veces las historias de lo que pasaba antes con esa bendita avenida cuando llovía…Será por eso que me quedó la fobia? O porque Lili (la chica que ayudaba a mamá) nos pedía que desenchufáramos tooodo y que nos alejemos de las ventanas!!!, en un todo bastante fatalista.
Uff, Un psicólogo por aquí please!
Igual la lluvia no me gusta.
Quizá ahora con mis botas nuevas, re lindas, violetas, tuneadas por mi (prometo foto) supere un poquito mi fobia…
3 comentarios:
Quiero unas botas de lluvia, ya!
Yo me las compré en una zapatillería de barrio, de esas que venden chinelas y alpargatas... y les puse unas tachitas que había comprado en una mercería!!!
Me encanta tu blog. Te voy a seguir leyendo!
Te mando un beso!
Publicar un comentario